Leticia Moreno recreará auroras boreales con su violín y la Ofunam en la sala Nezahualcóyotl

La violinista española Leticia Moreno revela: “Nunca he visto una aurora boreal, yo solamente las toco. A veces soy la aurora boreal con el sonido de mi violín”. Como un resplandor de luz, llega la solista invitada con la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (Ofunam) para traer al público mexicano el estreno de Aurora, del compositor Jimmy López Bellido, que pinta con sonido los fulgores celestes.

La obra, describe, “explora los límites sonoros del violín”. Conformada por tres movimientos, la solista a veces es el espectador de este fenómeno natural, otras es la propia aurora: “Uno se tiene que meter en el personaje”.

Jimmy López (Lima, 1978), quien está unido a Leticia Moreno po la raíz peruana y una gran amistad, trató de expresar los fulgores celestes, ya sea en la Tierra o en otros planetas. La idea llegó cuando el compositor presenciaba las auroras boreales mientras estudiaba en Finlandia.

“Mi instrumento es parte de mi existencia”

Leticia Moreno (Madrid, 1985) llega acompañada por su violín construido en 1762 por Nicola Gagliano, miembro de una renombrada familia de lauderos. Más que un valioso instrumento, se trata de su compañero de vida y una continuación de su alma. “Llegó desde que soy pequeña, a los 13 años. Después arribaron otros, Stradivarius y Guarnerius, que me prestaron varias fundaciones. Hace 16 años que toco sólo en este violín. Es como parte de mi cuerpo”.

Esta larga relación hace que conozca el instrumento como a ella misma; considera su sonido como propio. “La confianza que le tengo, lo que hemos vivido juntos en los escenarios, es muy difícil de poner en palabras. El violín va cambiando con los viajes, con el tiempo, con las horas que toco. La madera está viva. Después de muchos años se ha ido amoldando, no solamente yo al violín, sino que se ha ido desarrollando conmigo. Es parte de mi existencia”.

Tres violinistas se colocarán en distintos puntos de la sala Nezahualcóyotl, con el fin de que los sonidos envuelvan a los asistentes. “Hay otras ráfagas de color que envuelven al oyente, con los instrumentos que van lanzando ondas sonoras espectaculares en cuanto a registro, porque son extremadamente agudas. Ningún compositor que haya escuchado ha explorado los registros sonoros de manera tan diferente y única.

Me parece que es una obra muy profunda, pero que a la vez es accesible para el público, muy espectacular. Deslumbra e ilumina. Lo mismo que una aurora, que te deja fascinado cuando la ves, pero luego te deja muy pensativo.”

El concierto para violín y orquesta Aurora, comisionado por la Orquesta Sinfónica de Houston, se estrenó en mayo de 2019 y se grabó en directo para un disco. “Una cosa muy arriesgada, que funcionó por el gran respeto y amistad que tenemos tanto el director que encargó la composición, Andrés Orozco-Estrada, como Jimmy y yo misma”. Este trabajo fue nominado a un Grammy.

“Una cosa muy bonita es cómo nace”, pues había un deseo de colaborar, por la patria que los une, el compositor nació en Peru y el abuelo de ella también es de este país. Además existe una admiración mutua entre Jimmy y Leticia, aunado a un amor por los sonidos de la música peruana. Y en algún momento parece que Andrés Orozco intuyó la idea. El compositor ofreció una clase magistral el pasado viernes y estará presente en los dos conciertos de la Ofunam, este sábado a las 8 de la noche y el domingo al mediodía.

Moreno recuerda a su maestro Mstislav Rostrópovich, uno de los más grandes violonchelistas en la historia, cuando le enseñaba llevando la mano en la nariz, como diciendo con el gesto “debes tener un buen olfato para encontrar a buenos compositores de nuestros tiempos”, con el fin de continuar una labor que lo caracterizó. “Él fue un intérprete muy comprometido con la creación contemporánea. Conoció a Shostakóvich, a Prokófiev y a Stravinski, por ejemplo. “Lo inspiraron y le dieron fuerza para la persona que llegó a ser”.

Desde los tres años, Leticia Moreno comenzó su encuentro con la música y su formación en el violín. A los 12 años ya tocaba con orquestas. En 2003, comenzó a recibir clases de Rostropóvich, hasta su muerte, en 2007. “Él me decía: ‘Tú has sido elegida para ser un soldado de la música’, porque sigue viva únicamente si nosotros los intérpretes la recreamos. Si no, es un mero papel con anotaciones. También me habló de meterse en la piel del compositor, sentir desde dentro. A veces significa ser el personaje.

“En este caso tengo que imaginar que soy una espectadora de las auroras, tengo que imaginar que soy la propia aurora, el fenómeno y color. Mi sonido se convierte en esto.”

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