
México apresura un plan para aumentar la cantidad de agua que envía a Estados Unidos, ante la creciente preocupación de que el presidente Donald Trump arrastre una disputa sobre un tratado de agua de 81 años a las negociaciones comerciales, según tres fuentes familiarizadas con el asunto.
En virtud de un tratado de 1944 que define el reparto de agua entre los dos países a través de una red de presas y cuencas interconectadas, México debe enviar 1.75 millones de acres-pie de agua a Estados Unidos desde el Río Grande cada cinco años. Un acre-pie de agua es suficiente para llenar media piscina olímpica.
El actual ciclo quinquenal termina en octubre, pero México ha enviado menos del 30% del agua requerida, según datos de la Comisión Internacional de Límites y Aguas. Dicho de otro modo, México debe agua suficiente para abastecer a una ciudad de tamaño medio durante 14 años.
México sostiene que una sequía histórica alimentada por el cambio climático hace imposible cumplir sus compromisos en materia de agua, un escenario para el que el tratado ofrece indulgencia.
Pero esa excusa ha caído en saco roto entre los republicanos de Texas, que han acusado públicamente a México de ser un moroso crónico en sus entregas de agua y de ignorar flagrantemente el tratado.
Con las relaciones entre Estados Unidos y México ya desgastadas por la seguridad, la migración y los aranceles, los dos países ahora podrían estar en un curso de colisión sobre el agua también, añadiendo a los problemas de México mientras lucha por navegar por un campo minado de obstáculos con la administración Trump.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha dicho que el país seguirá negociando con Estados Unidos en las próximas semanas sobre los aranceles impuestos por Trump.
El tema ahora puede volverse político porque se mantiene la preocupación en el lado mexicano de que Trump podría poner fin al pacto comercial entre Estados Unidos, México y Canadá por la deuda de agua y lo que Estados Unidos ve como incumplimiento.
Por ello México espera llegar a un acuerdo con Estados Unidos en las “próximas semanas” para evitar que el asunto salpique las negociaciones comerciales en curso.
La semana pasada, Sheinbaum Pardo dijo a periodistas que México había tenido problemas con la sequía pero que estaba en conversaciones con Estados Unidos y “cumplirá el tratado poco a poco”.
Las reclamaciones de agua se han disuelto en amenazas de demandas contra el gobierno mexicano, tanto por parte de Texas como de estados del norte de México que vigilan de cerca su suministro de agua.
El gobierno federal tiene la mira puesta específicamente en Nuevo León, Coahuila, Chihuahua y Tamaulipas, todos ellos importantes productores de granos y ganado.
En las últimas semanas se ha celebrado al menos una reunión entre los gobiernos estatales y la autoridad federal del agua para discutir cómo aumentar las entregas mexicanas a Estados Unidos.
No se ha informado previamente de la preocupación de México de que el agua se convierta en parte de las negociaciones comerciales, ni de los detalles de la batalla por aumentar las entregas.
La lucha por el acceso al agua es el último episodio de una tensa relación de décadas que en ocasiones ha estallado en protestas y violencia. El tratado, de 81 años de antigüedad, nunca contempló el cambio climático ni el enorme crecimiento industrial y agrícola a lo largo de la frontera, impulsado por el libre comercio entre ambos países.
El tratado también exige que Estados Unidos entregue anualmente a México 1.5 millones de acres-pies de agua del Río Colorado, una obligación que Estados Unidos ha cumplido en gran medida, aunque las últimas entregas se han reducido debido a la grave sequía, algo que permite el acuerdo de 1944.
Aunque México envía mucha menos agua a Estados Unidos, ha tenido problemas para cumplir su parte del trato debido a una combinación de factores como las sequías, la deficiente infraestructura y la creciente demanda local.
Políticos estadounidenses sostienen también que las crecientes industrias ganadera y de nuez pecana de México a lo largo de la frontera han consumido un agua preciosa y afirman que el incumplimiento por parte de México de su cuota de agua devasta a los agricultores tejanos que la necesitan para sus cultivos.
Las tensiones aumentaron el 20 de marzo, cuando Estados Unidos rechazó por primera vez una petición de México de un suministro de emergencia de agua del Río Colorado a Tijuana, alegando las deficiencias de México en virtud del tratado de 1944.
Hasta ahora, México ha accedido a enviar 122,000 acres-pie de agua a Estados Unidos y está trabajando para entregar otros 81,000 acres-pie en los próximos meses. Sin embargo, esta cantidad adicional significaría que México ha enviado menos del 40% del agua que debe en virtud del tratado.
Aunque no está claro si estos esfuerzos aplacarán a Estados Unidos, el plan de extraer más agua ha desatado una tormenta política en México, donde los agricultores y los políticos estatales del norte están furiosos ante la perspectiva de que el gobierno federal les quite agua por la fuerza.
En una reunión el mes pasado con representantes del gobierno federal, funcionarios de los cuatro estados afectados protestaron por la enmienda al tratado que permite, en determinadas circunstancias, tomar el agua sin su consentimiento.