
En medio de la incertidumbre desatada por cambios políticos internos y externos, la demanda interna en México tuvo en el cuarto trimestre del 2024 su peor cierre de año desde el 2008, año en el que el país entró en recesión tras los coletazos de la crisis hipotecaria en Estados Unidos.
En el último cuarto del año pasado, el consumo privado descendió 1.4% en comparación con el trimestre previo, lo que significó el peor desempeño para un último trimestre desde el 2008, cuando se observó una caída de 4%, muestran los indicadores de la Oferta y Demanda Global Trimestral (ODGT), publicados este jueves por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
En tanto, la inversión fija, cayó 1.6% trimestral, el peor descenso para un cierre de año desde el 2012, cuando se observó una caída de 2 por ciento.
Finalmente, el consumo gubernamental se contrajo 0.1%, siendo la primera caída para un cierre de año desde el 2022.
En su conjunto, la demanda interna del país (la suma del consumo privado, la inversión y el gasto de gobierno), tuvo un descenso trimestral de 1.3%, que es el más mayor para un período octubre-diciembre desde el 2008, cuando cayó 3.4 por ciento.
Esta debilidad generalizada en los consumos que se realizan dentro del país (efectuados por familias, empresas y gobierno) explica el descenso trimestral de 0.6% que tuvo el Producto Interno Bruto (PIB) y que fue el primero desde septiembre del 2021.
Al comparar los resultados de la ODGT con todos los trimestres y no únicamente no con los cierres de año, el descenso de la demanda interna es el primero desde el segundo trimestre del 2020, cuando cayó 19.3%, siendo la parte más aguda de la crisis económica que desató la pandemia de Covid-19.
En contraste, la demanda externa, es decir, las exportaciones de bienes y servicios de México, creció 3.6%, superando el avance de 1.2% que tuvieron las importaciones. Esto significa que en términos netos, el comercio exterior aminoró en alguna medida la caída del PIB.
El cuarto trimestre del 2024 se vivió entre la expectativa por la elección presidencial en Estados Unidos que se llevó a cabo el 5 de noviembre y la inquietud sobre la aprobación e instrumentación de importantes cambios constitucionales, como la reforma judicial y la reforma en materia en órganos reguladores.
En el primer caso, impactó la incertidumbre sobre los cambios en la política comercial de Estados Unidos, ante las promesas del candidato y a la postre presidente electo del país, Donald Trump, de utilizar la política arancelaria con sus socios México y Estados Unidos para conseguir objetivos en materia de combate al fentanilo y a la migración ilegal.
En el segundo, pesó la falta de certeza respecto de la forma en que la transición hacia un sistema judicial de elección popular y la reconcentración de las facultades regulatorias del Estado en ámbitos como la competencia, las telecomunicaciones y la energía en el poder ejecutivo, impactará en el clima de negocios del país.