Por Víctor Barrera
Hace una semana, Claudia Sheinbaum, presidenta de México y su secretario de Economía, Marcelo Ebrard, salían de una reunión con empresarios, principalmente norteamericanos, muy contentos porque habían explicado a estos inversionistas que no deberían temer ante la reforma al Poder Judicial que se está realizando en México.
Es más, la alegría de lo funcionarios mexicanos se basaba en que había una promesa de inversión de 20 mil millones de dólares, aunque nadie les dijo que estos eran más reinversión que inversión, es decir que las empresas de origen norteamericano mantendrían sus capitales y seguirían invirtiendo en ellas para manutenerlas activas para en caso de emigrar, su precio no se devaluara demasiado.
Tanto Sheinbaum como Ebrard manifestaron que esta reforma estaba encaminada a fortalecer el Estado de derecho en el país. Sin embargo, la preocupación de los inversionistas radica más en la forma en la cual actuará este poder, en caso de llegar a un juicio, a favor del empresario o a favor de su jefe el gobierno mexicano.
Los empresarios norteamericanos no les interesa la forma en la cual se eligen los jueces, sin la forma en la cual actúan y deciden sobre un asunto entre una empresa privada y el gobierno. Eso es lo que les preocupa, porque no están dispuestos a perder sus inversiones porque el gobierno federal de México cambie las reglas de operación de los sectores productivos de la noche a la mañana, como se hizo cotidiano en el sexenio anterior.
Es cierto que, en el grupo empresarial, existen diversas opiniones sobre el asunto, y por ello no deberemos pensar que las opiniones son homogéneas. Se podría decir que existen grandes empresarios que, si les gusta la forma en la cual ha actuado la 4T, pero también hay a quienes no les gusta la forma en la que realizan las cosas.
Pero casi todos coinciden que se debe trabajar con el gobierno y buscar la manera de acomodar las cosas que les permita su actividad.
La mayoría de los inversionistas extranjeros son más inclinados a ir evaluando las cosas de manera objetiva con relación a invertir, en este caso en México, ponderando las ventajas y desventajas de cualquier decisión dentro del país,
En tanto los inversionistas mexicanos sus evaluaciones mantienen un ingrediente especial, que es el emocional, sobre sus preferencias políticas y por supuesto sus necesidades de subsistencia.
Pero en general los inversionistas buscan encontrar ese ambiente que facilite su desarrollo empresarial y por supuestos su plusvalía.
Es por esto que el gobierno federal y el poder Legislativo en México deberán analizar de manera más profunda cada reforma constitucional o cambio legal que se realice, porque México no el único país que pueda ofrecer algunos beneficios a los inversionistas, existen muchos otros. Y por ello no deberemos perder la oportunidad de empezar a encontrar crecimientos económicos superiores al 3 por ciento, para que en el mediano plazo México se coloque en el lugar que le corresponde en el mundo respecto a su economía.
Pero que estos crecimientos se traduzcan en riqueza que pueda ser distribuida equitativamente para que todos los que habitamos el país podamos mejorar nuestra calidad de vida y no solo un grupo de personas que detentan el poder en el país.