Las  propuestas de campaña se convierten en subasta populista

Por Víctor Barrera

Arrancaron las campañas oficiales en busca de la presidencia de la república y las candidatas, al menos ellas tiene un equipo de comunicación que atiende a la prensa, han realizado, propuestas o promesas que resultan casi inviables principalmente porque el costo de llevarlas acabo  estarían por encima de un presupuesto federal.

Debemos recordar que el inquilino de Palacio Nacional dejará varios frentes abiertos en las finanzas públicas que   ponen en riesgo la salud macroeconómica del país en el futuro, si  no se hace un manejo responsable de los recursos, incluyendo el endeudamiento que será uno de los más altos en nuestra historia moderna.

Pero también queda el rezago de la pobreza en el país, que lamentablemente se incremento y  que para evitar una mayor inconformidad de la gente se ha hecho uso de programas sociales asistenciales que en poco  o casi nada  ayudan a la gente que  los recibe el salir de la pobreza que viven.

Pero si se han convertido en un pasivo  en el presupuesto federal, por lo que se deberá revisar el padrón de beneficiaros para   depurar estos programas y solo se otorguen a quienes en verdad los necesite si se quiere seguir otorgando estos recursos.

El daño financiero  que se ha creado es que ante la falta de transparencia de los padrones es casi imposible detectar el número correcto  de personas que los reciben y si estos en verdad  son personas reales o no.

A esto se suman los sub-ejercicios presupuestales que se han realizado y que han provocado que muchos recursos se redirecciones de manera arbitraría  y sin registros adecuados, lo que han representa pérdidas de recursos públicos para cubrir las necesidades de la gente, como son medicamentos y servicios de salud.

Pero a pesar de ello  las promesas y propuestas  son los que nos presentan  las candidatas, que  siguen pensando que ser  titular del Ejecutivo es solamente prometer programas, obras y cualquier otra cosa sin  meditar si existen los recursos suficientes para ello.

Ante la aprobación  anual de los presupuestos federales que se realizan en el poder Legislativo, sin en verdad cuestionar  el uso de ellos y mucho menos comprobar que si se realiza el gasto adecuado.

En este sexenio, totalmente perdido, se confundió dar solución a los problemas apremiantes de la gente, por la entrega de recursos, que solamente son paliativos, pero  que ilusionan a la gente cada vez que lo recibe, aunque  no les resuelve en nada sus problemas cotidianos.

A esto debe sumarse que se destruyeron  gran parte de la infraestructura  que brindaba servicios de salud, educación o cuidado a menores y las mujeres trabajadoras y  a las violentadas  o programas de capacitación para el trabajo todo esto bajo el pretexto de acabar con la corrupción que se daba en el traspaso de recursos. Todo esto se cambio por obras fastuosas, que no han  probado su  beneficio social, pero que siguen costando  bastante caros.

En los últimos años, mucha gente ha vivido bajo la ilusión de recibir estos beneficios  como parte de un derecho, pero  a cambio de que no se mire hacia los grandes negocios de corrupción que  en este sexenio han creado los familiares  del inquilino de Palacio Nacional.  Es decir, el pueblo sabio, recibe dadivas, mientras que los familiares y amigos del inquilino reciben miles de millones de pesos  por contratos  otorgados de manera directa.

En términos reales la gente debe conformarse con solo recibir  de dos mil a 6 mil pesos cada dos meses, mientras que  los familiares y amigos del macuspano reciben por semana miles de millones de pesos.

Pero esto es un tema que las candidatas no han visto y  prefieren seguir realizando promesas, que convierten  al uso de recursos públicos como  una subasta para  poder captar mayor cantidad de votos.

Los problemas añejos que el país, siguen estando presentes y las soluciones solo son gastar más y no se buscan soluciones que permiten primero generar riqueza, que a su vez generen mayor calidad de vida y la garantía de que la gente recibirá una calidad en  servicios que el estado esta obligado a otorgar.

Desafortunadamente la dinámica perversa que implemento de manera considerable  esta administración  federal, repito, se ha convertido en una subasta populista que lleva  a las candidatas a prometer  soluciones casi huecas porque no tienen un sustento  financiero.

No se trata de gastar y después ver como se resarce el gasto, sino de ofrecer soluciones con el menor costo, para que los presupuestos se vayan realmente a solucionar los problemas más prioritarios de la gente.

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