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Pemex será el lastre más pesado para las finanzas públicas en el próximo sexenio. 

Por Víctor Barrera  

Otra herencia que dejará la presente administración es que se va hacer con una de las empresas productivas del Estado, Pemex, que ha gozado de una preferencia por parte del Ejecutivo Federal, basado principalmente en el sueño de tener una empresa fuerte y que centralice, el sector petrolero. 

Sin embargo, y a pesar de que se les ha inyectado miles de millones de pesos, esta empresa sigue  arrojando resultados negativos y así lo demuestran los datos del 2022 donde se reportó que el patrimonio de la Pemex cayo 0.6 por ciento, es decir 10.8 mil millones de pesos, lo que la convierte en una empresa poco productiva, pero también un pozo sin fondo de recursos federales. 

Así el sueño nacionalista del tabasqueño, de regresar a un país con un monopolio petrolero y cimentado en los combustibles fósiles, se han ido al pozo. Muchos analistas manifestaban desde los primeros meses de esta administración el peligro para la viabilidad de la empresa debido a las malas condiciones financieras. 

Es cierto que esta administración, de la 4T, recibió a Pemex como la empresa con la deuda más grande del mundo para una empresa petrolera, con un pasivo laboral incosteable y con infraestructura vieja e insuficiente. Sin embargo, en lugar de transformarla en una empresa productiva, aun cuando esta fuera en un solo nicho como la exploración y explotación de petróleo, para hacerla funcional y priorizar con ello el saneamiento, se aposto en tener una empresa grande inyectando recursos que solo se diluyeron sin mejorar su funcionamiento. 

Pemex fue el instrumento para el capricho de una refinería en Tabasco, la tierra del inquilino de Palacio Nacional. Pemex dejó de invertir en su negocio central, pero también en el mantenimiento de su infraestructura.  

El resultado es que recientemente los bonos de deuda de esta empresa fueron rebajados por la calificadora Fitch a nivel de papel basura y la razón es simple, la firma explica que la rebaja de “BB-” a “B+”, y en perspectiva Negativa, refleja el impacto ambiental y social asociado con múltiples accidentes en sus instalaciones, con el resultado de víctimas, trabajadores lesionados y daños a la infraestructura y activos críticos. Además, aunque no lo señale Fitch, la rebaja de la calificación de Pemex se puede traducir en un círculo vicioso para la empresa estatal porque el refinanciamiento de sus deudas le resultará más caro.  

Esto implica que la próxima administración tendrá una  pesada y peligrosa empresa para las finanzas públicas del gobierno mexicano. Y tendrá que resolver el futuro de la misma, porque hasta el momento la petrolera representa un riesgo latente por la debilidad de sus finanzas y sus cuantiosos compromisos de deuda, que pondría arrastrar la confiabilidad del gobierno mexicano y con ello perder el grado de inversión de México. 

Otro capricho de López Obrador que demuestra que administrar un país si se requiere de gran inteligencia y de saberse rodear de personas con experiencia en cada área y no solo “floreros” que cubran los puestos de la administración federal. 

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