Por Víctor Barrera
La próxima administración federal, sea de la oposición o de Morena, tendrá que resolver quehacer con una de las herencias más pesadas en cuanto a las finanzas públicas federales, que son las obras emblemáticas, el aeropuerto Felipe Ángeles, el Tren Maya y la refinería en Dos Bocas, que por capricho del inquilino de Palacio Nacional, se empezaron a construir en esta administración y que deberán decidirse si se concluyen, a costa de recursos presupuestales en otros sectores o se amplía el tiempo de construcción, hasta que México tenga las riqueza suficiente para ello.
A esto deberemos agregar otra serie de caprichos que deberán corregirse o continuarse como el corredor logístico del Istmo, el grupo empresarial, creado ex profeso para el ejército, con una línea aérea y la administración de aduanas, puertos y aeropuertos por parte de las fuerzas armadas.
Además, si se continúa subsidiando a empresas como Pemex y CFE, o nuevamente abrir la participación de la incitativa privada en el sector energético.
Pero lo más importante será la decisión de iniciar una investigación a fondo sobre la enorme corrupción que esta administración de la 4T ha permitido, donde que muy pocos obtiene ganancias millonarias a costas de los recursos “del pueblo”, como sucede el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, o en el Banco del Bienestar, con las cuentas de muchos adultos mayores y se castigue, en verdad, al o los responsables de estos daños.
El próximo titular del poder ejecutivo, recibirá estas “herencias malditas” y deberá analizar a fondo si ellas tienen un sentido en su administración o cambiara todo para empezar a crear riqueza, ofrecer crecimiento económico, mejores empleos y salarios, con un mejoramiento de los sistemas de salud y educación para en el corto plazo cambiar la calidad de vida de los mexicanos.
El costo financiero de todo lo anterior suman billones de pesos que podrían aplicarse en un fortalecimiento del sector industrial del campo, en ciencia y tecnología, para mantener una competitividad y productiva atractiva para las inversiones.
México requiere verdaderamente de un Plan de Desarrollo pensado en el presente y futuro. Donde los recursos se apliquen donde se genere la riqueza suficiente para luego repartirla y no solamente seguir repartiendo pobreza.
Es cierto que los programas sociales no deben desaparecer, principalmente los que están encaminados al apoyo de la gente de la tercera edad, pero otros pueden aplicarse en crear escuelas- talleres donde se enseñe un oficio o una profesión y estos también produzcan productos para su venta y con ello hacerlas sustentables
El gobierno entrante deberá analizar junto con el poder legislativo, la distribución del presupuesto para apoyar al crecimiento económico real. México tiene las condiciones geográficas, naturales y humas para ese crecimiento, solo falta honestidad de parte de los funcionarios públicos.