Por Víctor Barrera
Ya estamos en el último tercio del sexenio de Andrés Manuel López Obrador y es necesario realizar el corte de caja, para saber que tan bueno o malo ha sido este gobierno federal.
Este gobierno que alcanzó la presidencia señalando los errores y corrupción de las anteriores administraciones construyendo también un sentimiento popular en contra de los partidos políticos que han gobernado al país a los cuales ha calificado de oligarquía y que poco hicieron para tratar de favorecer a la población que se encontraba en niveles de pobreza.
De tal forma que pudo preparar un terreno fértil para poder alcanzar el sueño de su vida y que durante más de 12 años busco, la presidencia de la república.
Sin embargo, en cuatro años que lleva esta su administración federal, se olvidó de su discurso de primero los pobres, la honestidad valiente y un combate férreo en contra de la corrupción para convertir al país en una nación con desarrollo y con ello hacer una sociedad más igualitaria, solidaria y democrática.
Quizás por ello hasta ahora los resultados son todo lo contrario, la población en situación de pobreza sigue creciendo, la justicia y la ley que debe aplicarse sigue siendo in equitativa, manteniendo en muchos casos la impunidad, la corrupción no cesa sino al contrario va en crecimiento, la opacidad en el manejo de recursos públicos son un terreno favorable para ello.
Respecto a la economía nacional, los resultados son pésimos, dejando un país sin crecimiento, siquiera al promedio mediocre del 2 por ciento del PIB que se venía teniendo, y que sin duda la pandemia y las condiciones económicas globales que se presentaron sumado al conflicto entre Rusia y Ucrania son elementos que contribuyen a ello, pero esto no excluye la responsabilidad de la administración federal de aplicar políticas públicas para el fortalecimiento del mercado interno y sus sectores productivos, pero ante la ausencia de ello, se puede decir que México ha retrocedido mucho más de cuatro años, sin crecimiento.
La inexistencia de una estrategia de seguridad, mantiene a la población prácticamente bajo la mano de los delincuentes, ya sea del crimen organizado o de los delitos comunes, con una situación de indefensión, debilitando al Estado de Derecho, pero también inhibiendo la inversión privada, como consecuencia de las prácticas de extorsión, sin que la autoridad ponga orden e imponga la ley.
La política de abrazos y no balazos, se convierte en una caricatura, en un panfleto que se tira y que nadie hace caso permitiendo, en muchos casos la actuación del crimen y en no pocas veces, una franca complicidad en detrimento de los derechos fundamentales de la sociedad.
En el ámbito político, el golpeteo a las instituciones garantes de la democracia solo muestra a López Obrador, como una persona que desprecia la democracia, y confirman la búsqueda de la instalación de un poder unipersonal y autoritario, que de entrada es contrario a la Constitución y a los valores y prácticas democráticas que lo llevaron a la presidencia.
Pese a ello, la resiliencia de la sociedad ha permitido mantener un país con una economía frágil, pero en espera de esas políticas públicas que la fortalezcan. Además, una sociedad que demostró a López Obrador que no tendrá el poder absoluto en el 2021 y por ello no se le entregaron todos los espacios en el Congreso de la Unión.
Con esto la sociedad le manda un mensaje claro a López Obrador para que encause al país por el camino del crecimiento económico, que permita una mejor calidad de vida. Con una política basada en el respeto a la democracia o de lo contrario no habrá continuidad su proyecto de gobierno.