El escritor indo-británico Salman Rushdie, de 75 años, quien durante años recibió amenazas de muerte por escribir su cuarta novela Los versos satánicos, fue atacado en el escenario de un auditorio en el condado de Chautauqua, en Nueva York, minutos antes de dar una charla.
Las primeras imágenes que circulan en redes sociales muestran al autor tendido en el suelo, rodeado de personas que lo atienden. Un reportero de la agencia AP afirmó que un hombre se le acercó corriendo, lo golpeó y atacó con arma blanca. Según testigos, habría recibido entre 10 y 15 puñaladas, alguna de ellas en el cuello. De inmediato otras personas inmovilizaron al atacante.
La gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, en un evento titulado “Protegiendo a los neoyorquinos”, dice que el autor Salman Rushdie está vivo y ha sido transportado a un hospital local. Ella confirma que el moderador del evento también resultó herido en el ataque.
Hasta las 11:30 de la mañana (tiempo del centro de México), su estado de salud no ha sido difundido.
El rabino Charles Savenor estaba entre los cientos de personas en la audiencia. En medio de la confusión y el miedo, los espectadores fueron conducidos fuera del anfiteatro al aire libre.
“Este tipo subió corriendo al escenario y comenzó a golpear al señor Rushdie. Al principio nos preguntamos ‘¿Qué está pasando?’ Y luego quedó muy claro que lo estaban golpeando”, dijo Savenor. El ataque duró unos 20 segundos.
El 14 de febrero de 1989 Rushdie fue informado por la BBC de Londres que el entonces líder espiritual iraní, el ayatola Ruhollah Jomeini, había ordenado su ejecución por considerar a Los versos satánicos, es una blasfemia contra el Islam.
Durante los siguientes nueve años, iraníes radicales renovaban puntualmente cada 14 de febrero la fatwa (decreto islámico que ordenaba su muerte), mientras Rushdie vivía bajo la protección de la policía británica.
Incluso después de que el régimen iraní revocó esa fatwa en 1998, el escritor mantuvo un bajo perfil durante muchos años y sólo apareció en algunos actos en medio de fuertes medidas de seguridad, consciente de los intentos de venganza de los islamistas radicales.
Desde hace años el escritor vive en Nueva York y anuncia sus apariciones públicas por anticipado en su página web. Más relajado con respecto a la fatwa, suele aparecer con frecuencia como conferenciante invitado en universidades, iglesias, bibliotecas y televisoras en Estados Unidos.
El pasado 30 de julio, Rushdie participó de modo virtual en Guadalajara Capital Mundial del Libro. Lo que se anunció como la conferencia magistral La novela y los idiomas de la verdad fue más bien un encuentro con periodistas de diferentes medios nacionales en el que el autor lamentó que el conflicto en torno a Los versos satánicos haya “ensombrecido” otras obras suyas, algo “frustrante”, porque era apenas su quinto libro. Anunció que en febrero de 2023 aparecerá su obra número 21, la novela Victory City (Ciudad Victoria), por lo que no piensa que un libro escrito hace 34 años debería definir “quién soy yo como escritor”.
Sin embargo, si Rushdie logró escapar a los inminentes intentos de asesinato durante los años 90, muchos de sus colaboradores no tuvieron tanta suerte. Y es que la fatwa de Jomeini no suponía sólo la condena de Rushdie, sino también la de todos los editores que publicaran su obra.
Decenas de personas murieron en ataques dirigidos contra los compañeros de Rushdie o en enfrentamientos que estallaron en los años posteriores al decreto contra su vida. Entre ellos está Hitoshi Igarashi, el traductor japonés de Los versos satánicos. El traductor italiano, Ettore Capriolo, y el editor de la novela, William Nygaard, fueron víctima de ataques pero sobrevivieron.
El régimen iraní revocó la fatwa, de manera oficial en 1998, y en 2012, el entonces presidente iraní Mahmud Ahmadineyad dijo que Rushdie había sido confinado a la historia. Pero sigue sin estar claro si fue realmente exonerado a los ojos de todos los musulmanes de la condena a muerte que contempla el Islam para la blasfemia.
A finales de ese año, el ayatola Hassan Sanei, líder de una fundación de ayuda iraní semioficial, añadió otros 500 mil dólares a la recompensa de 2.8 millones de dólares (2 millones de euros) por la cabeza de Rushdie.