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Popularidad no necesariamente es fuerza política 

Víctor Barrera 

El próximo jueves 28 de abril culmina el segundo periodo del primer año de las sesiones ordinarias en el Congreso de la Unión y de no haber una dialogo entre los legisladores es muy probable que esta 65 legislatura iniciara su segundo año, el próximo mes de septiembre, solamente desechando cualquier iniciativa de los legisladores.

Hasta el momento Andrés Manuel López Obrador ha cancelado cualquier espacio para presentar alguna iniciativa que pueda empujar su agenda política en el Congreso. 

Conocedor, López Obrador, que tanto la reforma electoral y la de la Guardia Nacional no tenga probablemente la mayoría calificada necesaria para poder ser aprobadas, esperará otro momento adecuado para enviarlas al Congreso. 

Debemos recordar que la campaña que ha propuesto Mario Delgado y Citali Hernández, Dirigente y secretaria general de Morena respectivamente, para dar a conocer no solo los nombres sino la cara de los legisladores que ellos califican como “traidores a la patria” divide aún más la llamada cámara baja. 

Por ello no existe la forma que la oposición se siente a negociar esas otras “grandes” reformas. Además, la experiencia del parlamento abierto para la reforma eléctrica fue inútil; porque solo fue una simulación y López Obrador jugó “todo o nada” y reventó cualquier acercamiento de posturas.  

Es por ello que la mira del tabasqueño esta más en los comicios a celebrarse el próximo mes de junio, algo que le indicará como se presentará el camino para el 2024, que es precisamente el objetivo primordial. 

La propaganda política, herramienta que maneja a la perfección, será utilizada para, desde cada mañana, seguir manifestando que su cuarta transformación ya ha empezado a establecerse y que hace falta la continuidad para consolidarla. 

De esta manera espera que su popularidad sea el factor fundamental para alcanzar el objetivo, aunque será imposible que su popularidad sea transferida a su candidato o candidata para el 2024. 

Pero López Obrador debe entender que su popularidad no es necesariamente fuerza política, como ha quedado demostrado en la consulta popular de Revocación de Mandato, donde, a pesar de todas las violaciones a las leyes electorales por parte de López obrador y sus huestes, solo lograron captar la mitad de votos si se compara con la cantidad obtenida en 2018. 

Esta baja participación y el vacío que enfrentó López Obrador sumada a la no aprobación de su reforma a la industria eléctrica, ha generado su enojo y la de sus huestes, quienes sigue con la esperanza de seguir dividiendo a la sociedad y con ello alcanzar el triunfo en el 2024. 

Sin embargo, la baja del poder presidencial es una buena noticia porque significa el inicio del proceso de sucesión presidencial que deberá ser de forma pacífica  para evitar una crispación social que podría ser negativa para todos los mexicanos. 

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