La inflación durante el mes de febrero se ubicó en 7.28 de manera anualizada. Lo que implica que este flagelo continuara, por lo menos el tiempo que dure el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, por las consideraciones que son el incremento de precios del petróleo, metales y granos que son fundamentales para la producción de muchos productos. Además, también la convulsión que se presenta en el mercado accionario y de cambio.
Todo esto lamentablemente se ve reflejado en el precio de los consumidores. Se ha observado un incremento en el precio de las gasolinas y diésel que pega directamente a las cadenas de consunto, y esto se expresa de manera más contundente en la economía familiar, los ingresos son insuficientes y ahora las decisiones al interior de ellas es gastar estos ingresos en alimentos o guardar para medicamentos, además que los gastos fijos que se hacen como pago de luz, agua, teléfono y en algunos otros casos para la educación de sus hijos.
Así, a las presiones que ya mantenían los índices inflacionarios durante los últimos trimestres, tras los efectos devastadores en la economía de la pandemia de Covid-19, siguen ahora los efectos inflacionarios por la invasión rusa a Ucrania.
Febrero se muestra como el comienzo del hilo que se ira jalando poco a poco pero este cada vez será con mayor presión en el índice inflacionario y que golpea más a la gente que menos tiene.
Entonces si el conflicto bélico continua y escala puede venir una siguiente etapa más complicada que el aumento en el precio de los productos, que es la ausencia total de los mismos.
De ocurrir esto se romperían cadenas de producción, con efectos inmediatos de escasez de productos básicos como los granos y los energéticos y esto podría provocar a su vez otro panorama con efectos económicos devastadores.
En términos económicos en estos días del conflicto bélico Rusia-Ucrania han significado una contracción de la oferta mundial que implica menor crecimiento y mayor inflación. Después de dos años de estímulos económicos frente a la pandemia, creo se ha empezado a alentar y casi cerrar este camino.
Ahora los gobiernos se han enfocado en tratar de evitar que la inflación sea un elemento devastador en sus economías por lo que han elevado sus tasas de interés, medida que lamentablemente también intensificando la reducción en el crecimiento económico.
Para México, estos efectos, menor crecimiento, mayor inflación y mayores tasas de interés implican riesgos elevados en las finanzas públicas, porque habrá menor recaudación, mayores gastos y mayor costo financiero.
Esto deberá analizar el gobierno federal que sigue con la insistencia de seguir subsidiando los combustibles, y no inyecta recursos al fortalecimiento de los sectores productivos.
Andrés Manuel López Obrador mantiene su creencia que los altos precios del crudo beneficiaran a México, porque la diferencia de estos se eleva a más de 60 dólares por barril si se toma en cuenta el precio que se estimó y el que ahora compra.
Sin embargo, México no refina gasolinas o produce gas para ser autosuficientes y esto provoca que sigamos importando estos combustibles, en lo relacionado a los granos, México ha perdido esos sitios de producción y nos hemos convertido en un país en importador.
Es importante, repito, que el poder Ejecutivo y Legislativo se sienten para revisar el presupuesto de este año y modificarlo con el objetivo de aplicarlo en lo que pueda crear riqueza, empleos al por mayor para la gente y no al ejército, porque hasta el momento el mantener las finanzas públicas ha dejado cierre de miles de empresas, incremento del desempleo y por supuesto un aumento importante en el comercio informal que invade y destruye pavimentos, banquetas e infraestructura eléctrica.